José Manuel Silva

China al rescate… ¿una vez más?

José Manuel Silva Director de inversiones de LarrainVial Asset Management

Por: José Manuel Silva | Publicado: Viernes 26 de abril de 2019 a las 04:00 hrs.
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Desde la gran crisis financiera de 2008, la economía china ha entrado en una fase de micro ciclos impulsados por la disponibilidad y crecimiento del crédito global en la economía del país y por la política fiscal.

Como respuesta a la crisis, las autoridades chinas elevaron su gasto fiscal en infraestructura y abrieron las compuertas del crédito interno impulsando a los bancos comerciales de propiedad estatal (que controlan casi todo el crédito) a salir a prestar. Estos, con la gigantesca masa de ahorro local (casi 50 % del PGB), prestaron 60 puntos del PGB en dos años y permitieron reactivar a China, Asia emergente, los proveedores de materias primas como Chile e incluso los exportadores de bienes de capital y consumo de alta gama (Alemania y Europa del norte).

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Conseguida la reactivación y estabilizada la economía global gracias, entre otras cosas, a las políticas monetarias no convencionales, las autoridades se preocuparon del nivel de endeudamiento que tenía su economía y de la burbuja inmobiliaria que se estaba creando en numerosas ciudades. A partir de 2011 apretaron el gasto fiscal y redujeron la disponibilidad total de crédito. Ello tuvo como efecto la fuerte caída en los precios de las materias primas a contar del año siguiente.

Hoy nos enfrentamos al inicio de un nuevo ciclo de expansión fiscal y monetaria de China, especialmente a contar del último trimestre de 2018. El monto total de crédito pasó de crecer un 16 % anual a comienzos de 2016, a un 11% a fines de 2018. Desde entonces, el crédito ha rebotado e iniciado una nueva fase de expansión. Hoy crece algo más de 13% anual. Al mismo tiempo, las autoridades han permitido un mayor déficit fiscal, bajando impuestos e incrementando el gasto en infraestructura. De esta manera, uno podría suponer que hacia el tercer trimestre de este año la economía del gigante asiático debería mostrar mayor crecimiento, con sus consecuencias en la economía global.

Si a la esperada expansión de China le sumamos la pronunciada voltereta que ha realizado el banco central de Estados Unidos, disminuyendo fuertemente las expectativas de alza de tasas de interés, nos encontramos con un escenario favorable para los activos de mercados emergentes. A este escenario sólo le falta una tregua convincente en la guerra comercial declarada por el Presidente Trump a China. En este frente los avances han sido lentos, pero constantes, en el sentido de que en breve ambos países deberían levantar una temporal bandera blanca. Todo apunta a que tanto Trump (que enfrenta elecciones en 18 meses) como Xi Jinping necesitan un período de paz para que sus economías no sigan desacelerándose.

En definitiva, los vientos desfavorables que influyeron negativamente durante 2018 parecen amainar. Los mercados ya lo han reconocido, en especial en los países desarrollados. La renta fija, tanto global como local, ha tenido también un buen comienzo de año y parece poco probable que las tasas base sigan cayendo: dado lo anterior, los mercados emergentes nos parecen una buena alternativa para incrementar el riesgo en carteras balanceadas.

¿Qué puede fallar? Que EEUU muestre un crecimiento mayor a lo esperado junto con las utilidades de sus empresas y que el dólar se mantenga firme, y que al mismo tiempo resurjan vientos inflacionarios en esa economía. Ello obligaría a la Fed a retomar su discurso de alza de tasas. Pensamos que este es un escenario de baja probabilidad, por lo que es oportuno incrementar los emergentes tanto por valorización, crecimiento esperado y empuje chino. Esta clase de activos, sub ponderada en muchas carteras globales, debería despertar más temprano que tarde.

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